MUCHI FOREVER

BEAUCOUP DE JOTTERIE POUR TOUTES LES ÂGES!!!!

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Nombre: Señorito Muchi
Ubicación: Mexico

Soy un tipejo bastante raro. Encantador pero al mismo tiempo insoportable; muy sociable o asquerosamente hermético; amoroso y también jijo de la tiznada. Estudié como todos (todos los que no son "guebones"), me "lisensié" en Relaciones Internacionales por la UNAM en 1989 cosa que me ha servido de muy poco profesionalmente, vivo sólo desde 1990, pasé nueve maravillosos meses en Inglaterra lavando platos y tendiendo camas cuando tenía 22 años. Radiero (me caga la expresión comunicador), esforzado promotor de cosas que nadie quiere oir, orgulloso padre de dos gatas de 15 años, fumador empedernido, alcoholico en rehabilitación, voyeurista exquisito, fan del soccer y todo lo que implica, narrador retirado "a la fuerza". Y muchas otras cosas más...

sábado, octubre 07, 2006

RICHARD WAGNER (1813-1883) El anillo de los nibelungos (Parte III)

Siegfried (Sigfrido)

El descendiente de Siegmund y Sieglinde, Siegfried, está ya en su mocedad y vive con el nibelungo Mime. Se preguntará usted ¿cómo llegó ahí? Pues muy fácil: un día Mime vio vagando por el bosque a Sieglinde; él la ayudó en los momentos finales de su embarazo, y muere al dar a luz a Siegfried. Debido a ello Mime se hizo cargo del infante en su cueva.
Regresando a la juventud de Siegfried: Mime no comprende cómo el muchacho es capaz de romper todas las espadas que le forja en la fragua; pero también está consciente en que debe recuperar la legendaria espada Nothung para que en manos del joven héroe derrote a Fafner y recupere el tan añorado tesoro de los nibelungos. Aparece Siegfried en la cueva arrastrando a un enorme oso que ha cazado en el bosque. No resulta improbable que Siegfried odie a Mime (es más, le repugna). Al llegar se enfrasca en una acalorada discusión con el enano nibelungo. El adolescente insiste que él no puede ser su padre pues ha visto en el bosque que las crías se asemejan a sus progenitores. Tan furioso está el muchacho que Mime le revela la historia de Sieglinde y Siegmund, de cómo nació en medio del bosque y de la existencia de la espada heredada, mostrándole sus añicos. Siegfried está feliz por el hallazgo de la espada, y (ahora sí, bien contento) le ruega a Mime que reconstruya los pedazos en la espada vengadora mientras él se va al bosque. Mime está temeroso de no poder lograr esa tarea; pero estando en esas aparece un anciano hombre con ropajes azules (¿le suena?) y le pide al nibelungo que lo reciba. Éste, sintiéndose acosado, le dice al anciano que se retire, pero el otro insiste en que habrá de apostar su cabeza contra la de Mime en un torneo de destreza mental. Así, la tercera de las preguntas que debe contestar Mime es harto comprometedora: ¿quién podrá reparar Nothung? Mime... se queda mudo. Entonces, el anciano (que como podrá usted imaginar es Wotan) le asegura que únicamente aquel que no conozca el miedo podrá forjar esa espada.
Mime se queda asustadísimo a la partida de Wotan personificado como anciano. Al regreso de Siegfried, Mime sabe que el inocente muchacho no conoce ni la palabra “miedo”. Siegfried se convence al sentir deseos de matar con su espada al gigante Fafner y una vez decidido quién forjará la espada el muchacho pone manos a la obra, y con certeros golpes regresa “a la vida” a la espada. Para hacerle ver al nibelungo cuán poderosa es, la blande sobre su cabeza y con un golpe rompe en dos el yunque de Mime. Mientras, el enano mezquino prepara una pócima letal para que Siegfried la beba después de matar al dragón y él sea quien disfrute del tesoro.
La escena cambia. Todo se torna oscuro y se escucha el tema de Fafner, seguido por motivos de destrucción. Hemos accedido a la cueva del gigante en medio de una noche profunda. Fafner, convertido en dragón, cuida celosamente el tesoro adquirido, mientras fuera de su cueva está Alberich esperando que en un momento de incertidumbre pueda quitarle el oro del Rhin al malvado gigante. Llega Wotan disfrazado de anciano a la cueva, pero Alberich lo reconoce. Trata de convencerlo para que le diga a Fafner que de una vez por todas olvide sus maldiciones y regrese el tesoro. Alberich es intransigente e intenta alertar al dragón de los propósitos de Wotan. Pero el dragón está profundamente dormido. En el momento en que dios y rey nibelungo se separan, llega el apuesto y musculoso Siegfried junto con Mime para combatir contra Fafner justo al amanecer. El héroe está embelesado con la tranquilidad del bosque; recostado en un árbol junto a un manantial piensa en cómo habrán sido sus padres; desea imitar los gorjeos de los pajarillos con un carrizo; se escuchan los murmullos del bosque. Al no poder imitar los sonidos de la naturaleza, Siegfried toma el cuerno que le ha forjado Mime y lo toca. Pero ese sonido despierta finalmente al dragón-gigante Fafner. Luchan a muerte y el joven -astuto e igualmente inocente- clava su espada en el corazón del dragón, que antes de expirar desea contarle a Siegfried la historia de por qué tiene ese nombre (un dragón que habla... yeah, right!). Sin embargo, el dragón exhala su última bocanada de fuego y su sangre moja los dedos del muchacho, quien siente que éstos se queman. Se los lleva a la boca y por acción de esa sangre ahora Siegfried tiene el poder para comprender las voces de los pájaros del bosque.
Con tan envidiable capacidad, un pajarillo le dice que debe entrar en la cueva y apoderarse del tesoro de los nibelungos (el oro del Rhin y el yelmo mágico Tranhelm). Corre y encuentra el codiciado tesoro, mientras Alberich y Mime están en la entrada de la misma esperando apoderarse de lo que durante casi tres óperas han añorado. Al intentar salir de la cueva, llega otro pajarillo y le dice al muchacho que esté alerta del brebaje mortal que el malicioso Mime quiere que ingiera. Por supuesto, al ver el enano al héroe salir de la cueva con el tesoro comienza a adularlo. Siegfried (inocente, sí, pero no tarugo) levanta su espada y da muerte a Mime, lanzando su cuerpo al interior de la cueva que será taponada con el cuerpo del dragón.
Más mensajes del pajarillo: resulta que le cuenta a Siegfried sobre Brünnhilde, que se encuentra dormida rodeada por un círculo de fuego, esperando al héroe que le abrirá los ojos. Entusiasmado, Siegfried va tras el pajarillo que le mostrará el camino (otra interrogante: ¿de dónde sacó el pajarillo tanta valiosa información?).
En el acto III vemos a Wotan invocando a Erda durante una (¿otra????) tormenta. Le dice que ya no teme por la destrucción de los dioses pues bien sabe que el salvador es Siegfried, y que estará de acuerdo que se quede con Brünnhilde (en caso de encontrarla). Al desaparecer Erda, Wotan espera ansioso el paso de Siegfried (quien es, como bien pude intuir, nieto del dios). El joven se encuentra con Wotan en el camino y su abuelo (sin saber el muchacho de quién se trata en realidad) comienza a hacerle diez mil preguntas (de Mime, de Alberich, del dragón, de la espada...) que terminan por fastidiar a Siegfried. Wotan se pone furioso ante la actitud del joven y se interpone con su lanza en el camino que lo llevará a Brünnhilde. El dios le dice a Siegfried que esa espada que blande orgulloso destruyó alguna vez su lanza.
Entonces todo toma sentido para el héroe y reconoce en aquel dios al enemigo que dio muerte a su padre; para repetir la historia, destroza la lanza, Wotan desaparece y el mancebo continúa la búsqueda de la futura novia tocando feliz su cuerno. Llega donde está la roca rodeada de fuego; sin temor alguno cruza el círculo que desaparece y se apresta a descubrir a esa figura. Le quita el escudo y la armadura que le puso su padre, y se queda embelesado ante la belleza de esa dama; de hecho, en su corta vida silvestre en el bosque nunca había visto a una mujer, por lo cual no sabe lo que es, pero pronto lo averigua al darle un beso lleno de ternura en los labios. Invoca a la madre que nunca conoció. Brünnhilde, hija de Wotan, ex-valquiria, media hermana de Siegmund y Sieglinda, y -por si fuera poco- tía de Siegfried, abre los ojos ante el joven sabiendo que aquel es el héroe que vendría a rescatarla. Brünnhilde se horroriza al comprender que ese muchacho es sangre de su sangre. Pero la carne es débil y pronto la hija de Wotan reniega del Walhalla y se une a Siegfried en un canto apasionado (con el oro del Rhin hecho anillo de por medio).
P.S.- Valiosa información para el lector: ¿Por qué el redactor (sí, yo escribí toda esta perorata, en tiempos en que me he percatado de la tremenda cyber-pirateria blogera) eligió a FABIO para ilustrar la vida de Siegfried? Uy, pos bien fácil... Mírenlo: alto, buenote, guapote, pero bieeeeeen pendejo, igual que Siegfried.
PRÓXIMAMENTE: EL OCASO DE LOS DIOSES (PARTE IV Y FINAL)

1 Comments:

Blogger Unknown said...

mejor que leer un audiolibro mi alegría!! jajaja...

Bruhnilde... siempre que escucho a las Valquirias, pienso en Bugs Bunny travestido cabalgando un caballo obscenamente obeso y de sexo indefinido, colina abajo, a los brazos de Elmer Fudd...

jaja...

Señorito Muchi, a mi MSN ha sido agregado... le espero pronto... sigue en pie la portada para la Jetas...

Por mientras... ya hay Gosh!!

4:25 p.m., octubre 07, 2006  

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