EDUARDO
Y mil veces he dicho que ya no quiero ni debo llorarte, pero hace pocos días tu recuerdo y tu presencia fueron tan fuertes que empecé a sentir ganas de llorar al no poder hablarte por teléfono de madrugada y cagarnos de la risa como siempre lo hicimos, platicando de jotería y media o hablando de hombres (“¿Hay alguna otra cosa de que hablar?” Como sabiamente citabas de la peli de Almodóvar).
Pero ahora, nueve años después, me siento más reconfortado con la vida de haber compartido muchas cosas juntos. Y antes que ponerme a llorar, me pongo nostálgico de recordar muchos de esos momentos, tan variados, tan fuertes muchos de ellos, que quise finalmente sentarme a recordar cosas tuyas y mías.
Por donde empiezo… No sé, quizá por el primer día en que nos conocimos y me hiciste cara de fuchi. Pero después de una junta, donde hablamos de solistas, de directores, de repertorio, empezamos a congeniar y a llevarnos bien. Pocos días después me bautizaste con el sobrenombre que me acompaña de muchas maneras: el Muchi. Y cómo posteriormente fue variando, según tu gusto y tus ganas de joder: Mucher, Mucharacha, Bella Muchesa, la Very Muchiful, etc, etc, etc.
Pero no sólo recorríamos antros (las tardeadas del Taller en domingo, jejeje, el antro aquel La Gloria –o la no sé qué- donde un fulano quería besarte a la fuerza, el Butter… donde una noche nos hemos divertido como nunca). No, nuestra amistad y nuestra conexión no estaba basada en antros, sino en lo chido de la vida, en disfrutar cada instante, cada plática y hasta cada enojo. Una noche, los dos muy melancólicos, medio borrachines, llegando de madrugada a la puerta de mi casa, y que ahí en tu coche escuchamos de principio a fin la Sexta de Carlos Chávez, sin hablar los dos, simplemente sollozando por una música rara que en ese momento nos conmovió. ¿Películas? Muchas… Las risotadas que pegamos cuando fuimos a ver “Átame” a aquel Cine Reforma, “Tacones lejanos” en el Latino, “La tarea 2” (cómo nos mojamos con el niño aquel que salía en la película y con quien, por juegos del destino, conocí después y estuvimos a punto de protagonizar un affaire), “Encuentro con Venus” y, probablemente por la que más te recuerdo: “La princesita”. Nunca se me va a olvidar tu cara cuando salimos de la sala de cine y simplemente –y muy conmovido- me dijiste… “Es bonita… qué bonita película…”
Pero también recuerdo las tardes y/o noches interminables en tu departamento. Esa tarde de viernes que me llamaste a la radio y dijiste con tono militar: “Te me vienes a mi casa, compras dos pollos rostizados –pides chilitos ¿eh?- y leeremos mi gloriosa nota del Mesías de Handel. Y no te tardes!!”. O bien un día que tu, muy virtuosa toda la tarde de sábado frente a la compu trabaje y trabaje mientras Vero y yo estábamos tirados en el suelo viendo Indiana Jones 3, con dolor de estómago de la risa (no sabemos, hasta la fecha, de qué reíamos) y tragando chocolates.
Los viajes… Ufff, la célebre aventura rumbo a Sacramento para escuchar la Sinfonía del mar… Aquella mañana en Los Ángeles comprando cosas absolutamente innecesarias en un mall y de regreso al aeropuerto nuestro vuelo tenía un retraso de cómo 8 horas. Tus palabras fueron sabias: “Bueno, ¿qué podemos hacer? ¡Bebamos martinis!”. Conclusión, llegamos al DF a las 4 de la mañana ahogados de borrachos, jejeje.
Gracias a ti, mi querido Eduardo, comencé a enamorarme de la música barroca, y comencé a escuchar en serio a Handel y Rameau. Pero también gracias a ti escuche TODOS los discos habidos y por haber de tu Diosa adorada: Olivia Newton-John; e igualmente conocí a la infame cantante Enythma Sensual (cuyo cassette estoy por recuperar, ya no puedo vivir sin él y sin escuchar hits como “Acapulco puerto de ensueño”, “Amo a la vida” o la cumbia “Un clavo saca a otro clavo…”.
Y claro… cómo olvidar aquella tarde en la que nació la hoy tan gustada “Éxita”, y que se fue transformando en varias categorías, según el caso: Antiéxita, fracasa, etc etc etc. Pobrecitos los pasajeros de ese vuelo de Mexicana rumbo a L.A. cuando me preguntaste: “Muchi ¿tu te acostarías con un robot?” Y contesté tajante que jamás… Pensaste un rato, y después dijiste “Pues yo sí: éxita cibernética…”. Acto seguido, carcajadas de viejas locas que hicieron voltear a todos los pasajeros y a la tripulación.
Episodio curioso también… Una noche entre semana llegaste a mi depa como a las 10 y te pregunté qué hacías ahí. “Ah, nada, vengo del doctor, me acaban de operar de las hemorroides, entonces como “E” no está, no vaya a ser que me desangre en mi casa así que me vine a quedar aquí…”. Y claro, compulsivo como eras, compraste un paquetote de toallas femeninas “para la hemorragia”. Además, le hablamos a Vero, fuimos a cenar al Vips y, de pilón, me dormí en el suelo pues el señorito tenía que dormir en blandito.
Y varios de mis cumpleaños. Cuando cumplí 26 “E” y tu me organizaron una fiesta sorpresa en casa de quien sabe quiénes eran; y cuando cumplí 28 llegaron tu y él, bajaditos del avión desde Nueva Zelanda, para ir a mi fiesta en mi mini-depa donde, esa noche, cupieron 38 personas. Mi regalo en esa ocasión una playera que me compraste: “Wanted good man…”. Y que, hasta la fecha, me da pudorcillo ponermela.
Son tantas cosas, querido Eduardo, muchas.
No creo poder seguir escribiendo, como que me intoxiqué con tantos recuerdos y con tu obvia ausencia.
Apenas ayer leí en un espacio como éste de la pérdida que sufrió un amigo mío muy querido de uno de sus mejores amigos. En un momento él se refería a él como “su ángel de la guarda”. Curioso, después de tu muerte comenzaron a pasar cosas muy raras en mi casa (y, creo que vine cargando con tu fantasmita a donde ahora vivo, pues siguen ocurriendo…). Al platicarle esto a mi mamá simplemente me dijo “Es que Eduardo YA es tu ángel de la guarda.” Y sí, eso creo que eres, y así las circunstancias de vida de pronto no han sido las mejores, siento que tu apoyo, tus palabras y regaños y tu típico comentario de “No pienses como pobre, siempre piensa como si fueras muy rico…” siempre me retumba en la cabeza cuando tengo que pagar la renta.
Te extraño, Eduardo
4 Comments:
Hermoso post, querido. Siempre es bueno hacer homenajes a las personas que amamos.
josema...
no habia tenido chance de leer con calma tu post..
la vdd me dejaste con la piel erizada...
precioso post... realmente....
un abrazo
Es de lo mejor que has escrito en este blog.
Discúlpame por no haberte leído en tanto tiempo.
Te abrazo, amiguito
Que bonito leer eso de ti
Besos
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