El Mar de Debussy (1a. parte)
Les comparto ahora esta nota de Debussy. Creo que me salió chidina.
JM
El mar
Tres bosquejos sinfónicos
La tempestad ha bendecido mis despertares marítimos.
Más ligero que un corcho he bailado sobre las olas
A las que llaman rodadoras eternas de víctimas,
¡Diez noches, sin añorar el ojo memo de los faros!
...
Y desde entonces me ha bañado en el Poema
Del Mar, infundido de astros, y casi lechoso,
Devorando los azules verdes; donde, flotación lívida
Y arrebatadora, un ahogado pensativo a veces desciende.
Le bateau ivre (El barco ebrio)
En el corazón de la Île-de-France, en Saint Germain-en-Laye, donde alguna vez vio la luz el rey Luis XIV, el 22 de agosto de 1862 inició su ciclo biológico un hombre que, en su madurez, fue llamado con gran respeto por sus compatriotas como “le musicien français”: Claude Achille Debussy. Hablar de este gran artista, así como el placer que nos provoca escuchar su música, nos desarma totalmente por constituir un fenómeno artístico extraordinario. La de Debussy no parece música escrita por un ser mortal, sino como sonidos celestes ante nuestros oídos, fragancias que nos envuelven, colores que bañan nuestros ojos de una luz pura y etérea, una neblina placentera que no nos permite ver lo infortunado de la realidad y solo nos da visos de siluetas y trazos que nos acercan con delicadeza y bondad a un reino que bien podría definirse como el paraíso. Es, la música de Debussy, la voz humanizada del silencio y, al mismo tiempo, el silencio profundo de la humanidad entera.
Debussy, el gran Señor Impresionista (así, con mayúsculas) y el único –aunque le moleste a los “ravelianos”-, en su papel comprometido de músico-artista, “pintó” sus obras con una paleta viva, es decir, con los rayos de la luna, las nubes, el agreste romper, el sonido del aulos del fauno, el sol coronando el cielo al mediodía... En suma, los sonidos de este francés, además de impresionistas, son altamente sensuales, como una ventana enigmática donde siempre podemos ver cosas distintas: el arte como una verdadera experiencia sensorial.
Una de las primeras influencias de vida de Debussy reside en su gusto por el mar. Nadie, ni el mismo compositor, pudo definir a ciencia cierta el por qué de esta fascinación, aunque existen algunos factores que apuntan a que comprendamos las razones de tal encanto: Cuando tenía seis años de edad visitó Cannes ocasionalmente con su familia, de lo que siempre conservó intensas y sugestivas memorias, especialmente de los paisajes del mar en la puesta del sol. Por otro lado el padre del compositor, Manuel Achille Debussy, siempre quiso que su retoño fuera marinero; la intención del señor Debussy era que Claude disfrutara ampliamente de los secretos del mar que el muchacho definía como su amigo, aunque ahora es bien sabido que tal hecho hubiera llevado su vida entera a un auténtico infierno. Gracias a la intervención de la madre, Victorine Maurony, el entonces pequeño Claude comenzó sus clases de piano y cuando tenía once años de edad pudo pisar el glorioso edificio del Conservatorio de París, convirtiéndose en uno de sus alumnos más destacados. Sin embargo, el cariño y la nostalgia marina habitaban en las venas y los sueños de Debussy. En alguna ocasión confesó: “El mar me fascina hasta el punto de paralizar mis facultades creativas. Es más, nunca he sido capaz de escribir una página de música bajo la impresión directa e inmediata de esa gran esfinge azul.” Juan Vicente Melo ha dicho: “Su reino (el de Debussy) es submarino: hacen sonar las campanas de La catedral sumergida, cantan con la voz sin palabras de Sirenas, pueblan de muerte el diálogo que muchos creen decorativo del viento y las olas en El mar. El universo acuático de Debussy es consecuencia de la fascinación por la muerte, de una organización de la angustia, de un terror que alcanza sus límites en la reconstrucción –en la identificación- con Edgar Allan Poe.” Definitivamente, este análisis es totalmente psicológico pero de enormes dimensiones en la vida del compositor, y de muchas maneras se vio reflejado en sus relaciones personales, como se verá más adelante.
Sin resultarnos sorprendente, el compositor despreciaba a rajatabla a los bañistas del mar. En una carta a Jacques Durand, su editor, escribió en agosto de 1906 lo siguiente: “Aquí estoy de nuevo con mi viejo amigo el mar, siempre infinito y bello. Es realmente la cosa de la Naturaleza que mejor pone de manifiesto la pequeñez propia. Sólo que... no la tratamos con suficiente respeto... Debiera prohibirse hundir en él todos esos cuerpos deformados por el bregar cotidiano; en serio, todos esos brazos y piernas batiéndolo con ridículos ritmos bastarían para hacer llorar a los peces. En el mar sólo debiera haber sirenas, y ¿cómo quiere usted que esos respetables seres se muestren en aguas tan mal frecuentadas?”
Un año antes de escribir un comentario tan sui generis como el antes citado, venido –definitivamente- de la pluma de un sensualista irredimible y de gusto exquisito, fue que Debussy publicó con el mismo señor Durand la que hoy puede considerarse como su obra orquestal más importante, El mar, comenzada su composición en septiembre de 1903 y concluida, según reza el manuscrito de la partitura, “el domingo 5 de marzo (de 1905) a las 6 de la tarde.” La cubierta de tal publicación muestra algo que, a todos los que imaginan a Debussy en perfecta sintonía con los pintores impresionistas franceses, nos deja con la boca abierta: ahí puede verse La gran ola de Kanagawa, una célebre estampa a colores de Hokusai (1760-1849), aquel gran pintor y grabador japonés. Al respecto de esta estampa escribió lo siguiente Vladimiro Rivas: “Sobre un gran arco de la superficie marina se levanta una gigantesca ola coronada por garras de espuma que amenazan apresar y engullir no sólo a las dos míseras barcas de pescadores, sino aun al nevado y diminuto Fujiyama que ocupa el centro de la imagen. Sorprenden aquí dos características aparentemente contradictorias que también maravillan en la partitura del compositor francés: la fuerza, la majestad, por una parte, y la extremada delicadeza de los trazos y los detalles, por otra.” Esto es perfectamente comprensible al conocer las preferencias estéticas de Debussy, ya que él encontraba más sentido en la música de Java y Japón que en la de autores germanos como Beethoven y Wagner, así como prefería las pinturas del inglés William Turner (precursor, por cierto, del impresionismo pictórico francés) que las de sus compatriotas Monet o Cézanne.
Al haber citado, líneas arriba, la disertación algo psicológica de Juan Vicente Melo es fácil entender otra dualidad existente en la partitura de El mar. Aquel enorme poderío que sugería el vasto océano en la vida de Debussy, y la enorme satisfacción que le provocaba el disfrute de la brisa, del rugido de las olas y lo desconocido de sus profundidades, contrasta con lo “atormentado” de su vida personal justamente en los años de composición de esta obra, entre 1904 y 1905. Ocurrió entonces que Debussy rompió sentimentalmente con Rosalie (también conocida como Lily) Texier para fugarse con Emma Bardac, lo cual provocó un sonado escándalo en la comunidad artística francesa; quien salió ganando fue la Texier pues, intentando pegarse un tiro infructuosamente, atrajo la atención de los intelectuales quienes le procuraron su apoyo y, por consiguiente, Debussy fue tachado de ogro malvado y maloliente. Pero el “rompimiento emocional” no sólo protagonizó ese lapso, pues gracias a El mar es evidente el “rompimiento” con el molde absolutamente impresionista de su juventud, mismo en el que Debussy, por cuestiones totalmente estéticas, ya no podía seguir habitando y, cual ola que rompe en un acantilado, el músico tenía ya los ojos puestos en una revolución sonora más importante de su lenguaje armónico, timbrico y temático, como tiempo atrás lo consiguió con su ópera Pelléas y Melisande.
9 Comments:
Y todo por andar blogueando
(al menos no titeaba)
Del mar venimos, y a la mar diario nos hacemos...
El Mar de Debussy es apoteósico. Lo(s) escucho el martes, seguro hablo para saludarlo(s).
Abrazote
Gracias... Sólo que Chalo es invitado una vez al mes, no colaborador de planta :o(
El martes tengo de invitado a Enrico Chapela.. Ni modo, asi es el bisne
JM
De nada ray... es un gran placer saber que lo disfrutas... y cobro caro!!! jejeje
Que cosas!! Oye Ray of light es el chavo que te da los programas de Madonna??
Oye ya veo que tienes un "fans"
No, no es él... Es otra persona.
Si, licle bai licle... más fans, jejeje
Y hasta hoy comprendo mi ceguera-con-las-letras chiquitas...
Qué topejo
Pero bueno, os escucharemos en próxima ocasión
-y procuraré que el chico que toma los recados en R. Red me lea el comentario antes de pasarlo al aire
Y hasta hoy comprendo mi ceguera-con-las-letras-chiquitas...
Qué topejo
Pero bueno, os escucharemos en próxima ocasión
-y procuraré que el chico que toma los recados en R. Red me lea el comentario antes de pasarlo al aire
Hola Señorito Muchi!
Buscando, buscando llegue a tu blog, un querido amigo me recomendo esta obra de Debussy y en mi atrevimiento quisiera saber si tendras tu el archivo con el audio para poder escucharlo...
Si es posible , gracias de antemano.
pieladentroarrobagmail.com
Saludosss!!
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